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Comisión de la Verdad y Reconciliación:

AUDIENCIA PUBLICA EN LA CIUDAD DE ABANCAY



Día 27 de agosto de 2002

Tercera Sesión
(9:00 am a 1:00 pm)


Caso No. 21
Nombre de la víctima: Honorato Carlos Cairo Urbano
Violación alegada: Tortura y asesinato Año: 1992
Presunto Perpetrador: Integrantes del PCP-Sendero Luminoso
Nombre de la Testimoniante: Juana Dionisia Pérez Cucci
Institución que respalda: Instituto de Defensa Legal

Resumen del Testimonio:
El 14 de julio de 1992, el señor Honorato Cairo y su chofer partieron de Ica con destino a Lima transportando ganado, en el camino fueron interceptados por integrantes del PCP-SL, quienes se llevaron el carro a Antabamba y se robaron el ganado. En la repartición de Pampachiri fueron nuevamente interceptados, en esta oportunidad fueron fuertemente golpeados por los senderistas, quienes dieron muerte al señor Honorato Cairo y dejaron al chofer totalmente herido.

Testimonio de la señora Juana Dionisia Pérez Cusi

Sofia Macher: Llamamos a la, al último testimoniante, a la señora Juana Dionisia Pérez Cusi, nos ponemos de pie, por favor. Señora Juan Dionisia Pérez Cusi, formula usted promesa solemne de que su declaración la hace con honestidad y buena fe, y que por tanto expresará la verdad en relación a lo que nos va a relatar.

Sí.

Gracias.

José Antunez: Señora Juana bienvenida a este lugar, estamos prontos a escuchar el testimonio que usted va a dar sobre lo que le ha pasado, sírvase por favor comenzar.

Juana Pérez: Señores Comisiones de la Verdad, y señores todos presentes en general tengan muy buenas tardes. Yo me llamo Juana Dionisia Pérez, vengo de Aymaraes y voy a representar a nombre de mi hija, Sonia Cerón Pérez que hemos sufrido un dolor de haber perdido a su esposo de mi hija. Ocurrido el noventidos, dejando a sus dos menores hijos, de un año de edad la mayor, el menor de un mes de nacido.

El partió de la casa, el catorce de julio hacia la ciudad de Ica, llevando sus ganados de su mamá, nueve y de él, nueve. Que iba a financiar para Ica, los cuales nosotros quedamos en la casa, ellos vivían junto conmigo, como ambos son la pareja de estudiantes. El chico es estudiante de medicina que estudiaba en Ica, mi hija es estudiante de superior educación que estaba haciendo sétimo ciclo.

En eso, la suerte no nos acompañó, el chico dice ya iba desde Cotarusi, perseguido por varias personas. Llegaron hasta más allá, siete vueltas, en la puna lo bajaron los ganados y al carro, se lo llevaron hacia, hacia Antabamba. Como él no aceptó, con su voluntad lo que les obligaba el Sendero, a él ese momento ya lo, ya lo separaron ya, del ganado, del chofer. Al chofer nomás ya lo había dejado cuidando los ganados.

No se sabe Dios ¿a qué partes le habrá podido llevar al chico?

Nosotros nos enteramos por intermedio de paisanos que venían a Chalhuanca, de Lima a Chalhuanca pa la fiesta del señor de Animas. Nos enteramos el ventidos que mi finado yerno estaba en la repartición de Pampachiri, que ya estaba ya sin vida. En eso, no había autoridades quién nos iba apoyar a nosotros, nadie. Solamente nos hemos arriesgado yo y su mamá, la señora Delia Urbano. Al levantarle el cuerpo del finado.

Hemos sido la señora yo y la hermana del finado y mi hija y mis nietos. Llegamos al sitio ya nochecito, nos hace ver la gente o sea el chofer del carro de que allá está el cuerpo. Pasamos nomás hasta Puquio. Llegamos a Puquio, en Puquio buscamos un alojamiento, al día siguiente andamos buscando a los autoridades para que nos de documentos pa levantar el cadáver. Tampoco, ellos no han querido de acompañarnos al sitio, solamente hemos andado atrás de ellos para que nos de un orden para recoger el cadáver.

Nos dio, teníamos que regresar al sitio donde está el finado. Recién nos hemos acercado al sitio dónde él, le encontramos bien sentadito. Le habían quitado todo su prenda. El es el finado. Acá está mi hija, a esta edad han dejado a sus dos hijos. Acá estamos en el velorio, ahí está su mamá y su hermana. Después de luego que nos ha dado el orden de allá, venimos al sitio, en el sitio nos deja el carro, no había carros pa poder venir. Solamente había un camión que también ya en Puquio, los autoridades le ha dicho que debe de compadecerse de nosotros y recogernos con el cadáver hacia Chalhuanca.

Llegamos a Chalhuanca con nuestro cadáver, en ahí nos recibe los autoridades de Chalhuanca donde se asentó por orden del juez, la partida de defunción y más allá no hemos podido tampoco hacer los trámites ni buscar justicia porque, había un miedo. Porque ahí estaba el Sendero, bien fuerte era la situación.

Y por ahí lo dejamos así nomás. Ahora, estos niños que están grandecitos nos reclama de su papá, dice mamá ¿dónde está mi papá?, yo quiero conocerlos. Y así cuando llega fiestas o alguna reunión así de bastante personas ve, y esos chicos dice mamá ¿no estará acá esas personas que le han quitado la vida a mi padre?, quisiera conocerlos y preguntarlos lo que ha ocurrido con mi papá y por qué a nosotros estamos así solos sin conocer a mi padre.

Así venimos durante todo este tiempo con este dolor que hemos perdido una familia en mi casa donde que ellos de repente hubieran, las dos parejas hubieran hecho algo a sus hijos. Ahora que sus hijos no es suficiente con lo que trabaja mi hija, padre y madre para esos chicos, pa el pan del día. No se hace abastecer y por salir de este dolor que existe en mi casa, en mi pueblo, ahorita ellos se encuentran fuera de, fuera de Aymaraes. Para tratar de olvidar este dolor, para tratar de sacar de esta pena a mis hijos voy a ir a buscar la vida en otro sitio, diciendo se ha ido.

Señores, les rogaría que nos escuche esta voz que nos dirigimos con todo nuestro dolor y nuestro sentimientos, que se acuerden de esos niños huérfanos, tantos niños que han quedado en el mundo. Ellos son lo que sufren, no encuentran el cariño de un padre, no hay ni un apoyo, no hay quién lleve a la casa, donde están ellos, un pan.

Yo quisiera que haga educación para esos niños y que se cree también una pequeña empresa para que donde esos niños, según que van creciendo puedan ocuparse en algo. También no quisieramos ya volver a esta , a esta tragedia, a esta, a este dolor que hemos pasado, no es poco ver todo lo que pasa a nuestros semejantes.

Cuánto yo digo de que si hubiera debido él algo o algo haya hecho con alguien, esa persona hubiera sido más consciente de decirnos de que nos debe. De repente, haciendo aunque sea modo posibles, eso se lo hubiera pagado a esa persona para que no le quite la vida, porque no es poco al ver a mis nietos huérfanos menor de edad. Hasta veces acudimos donde alguien pero esa persona nos saca en cara de repente algunos momentos.

Ese dolor es muy grande, no quisiéramos que regrese a ese tiempo, quisiéramos vivir en paz, en tranquilidad y como vuelvo a decir, no se olviden de esas personas que necesitan. Quisiéramos que le den apoyo lo más necesario que ellos tienen, hay muchos personas que se encuentran hasta en casas alquileres, ahora que la situación esta bravo. Muchas cosas están pasando.

José Antunez: Señora Juana no sabe usted como sentimos el dolor suyo y estamos al lado suyo, nos solidarizamos con usted. Usted está pidiendo algo muy lógico, que no se vuelva a repetir ese el deseo de todos nosotros. Precisamente, estas audiencias públicas tienen esa finalidad, que todo el Perú conozca lo que ha pasado para que nunca más vuelva, que vuelva a suceder. Esperamos que la comisión que hará todo lo posible, que ayude en estas sus peticiones. Muchísimas gracias.

Juana Pérez: Gracias.

Sofia Macher: Bueno, hemos llegado al final de la esta audiencia y antes de las reflexiones finales para clausurar esta audiencia quería agradecer, queremos agradecer a todas aquellas instituciones que han apoyado la realización de esta audiencia. Y queremos agradecer a la Municipalidad Provincial de Abancay, a la Dirección Regional de Educación de Apurímac, a Essalud Abancay, Red de Jóvenes de Essalud, Sub Región Policial de Apurímac, el Pronaa de Apurímac, Canal N, Frecuencia Latina, ATV, canal Siete, canales, diarios y radios locales y regionales, el PAR de Apurímac, el Coopop, de Abancay, Cáritas Abancay, Ordesur, Ida Apurímac, Centro para el Desarrollo Humano, Instituto de Democracia y Desarrollo de Tunupa, Asociación para el Desarrollo Integral de la familia apurimeña Pasmi, Comité Inter Provincial de desplazados, refugiados en Abancay, Sidra, Arfasa, Fara, Grupo 33 de Amnistía Internacional, Grupo de Jóvenes Intimpas, Red de Jóvenes Activistas en Derechos Humanos de Apurímac, Grupo de Desarrollo de Jóvenes del PAR en Apurímac, Transparencia, IDL, Aprodeh, Comiset, Electro Sur, Electro Sur Este de Apurímac, Universidad Tecnológica de los Andes de Apurímac, Hotel de Turistas de Abancay, Centro de Atención Psico Social del Caaps, Sede Regional del Sur Andino, a todos los voluntarios que han estado apoyando durante todas estas audiencias, al Area de Comunicaciones de la Sede Central, a la Unidad de Audiencias Públicas de la Sede Central, al Canal 13, y al Carro Cono de la Amistad.

Señoras y señores, a lo largo de estos dos días hemos escuchado relatos que sin duda han marcado profundamente nuestras consciencias y nuestros corazones. La historia que han llegado ante nosotros nos muestran un horror tan radical que todo comentario parece frívolo y carente de valor. El grado de crueldad que los peruanos hemos podido desarrollar contra nuestros propios compatriotas es imposible de medir con palabras. Como ustedes los comisionados nos sentimos por momentos impotentes y abatidos.

Por eso, nuestra primera reacción y nuestra manera de iniciar la reflexión, es plantearnos preguntas que nos queman la boca y nos hieren el alma, ¿cómo fue todo eso posible?, ¿cómo es todo esto posible?, ¿cómo fue posible en aquel entonces que ocurriese todo lo que hemos escuchado?, ¿cómo fue posible que haya seres humanos capaces de humillar, torturar, mutilar, asesinar a sus congéneres?, seres capaces de llevar un odio más allá de la muerte y negar a sus víctimas el esencial derecho de una sepultura digna.

¿Cómo fue posible que los peruanos hayamos aceptado la violencia como algo normal?, ¿cómo fue posible que nos sintiéramos, que no sintiéramos solidaridad o al menos compasión por todo el dolor de nuestros hermanos en Apurímac?

Pero, nuestras preguntas, nuestra extrañeza, nuestra indignación se extiende también al presente, ¿cómo es posible que aún hoy que se tolere todo lo que ocurrió y esos crímenes sigan impunes?, ¿cómo es posible que hasta el día de hoy las víctimas vivan en el miedo porque los torturadores y los asesinos siguen en libertad?, ¿cómo es posible, por último, que algunos pretendan que lo único que puede hacerse es voltear la página y olvidar?. Acaso puede pretenderse que esto nunca ocurrió, que fue un mal sueño.

¿Qué hacemos con el dolor de los deudos, con el trauma de los torturados, con la incertidumbre de quiénes hasta ahora no han podido enterrar a sus familiares? No podemos repetir esos errores, todo el horror que ocurrió en el pasado fue el resultado de nuestra falta de solidaridad, de nuestra incapacidad de sentir lo que afecta a un peruano, nos afecta a todos. El silencio fue cómplice estos crímenes ayer y puede serlo hoy también.

Para voltear la página de la historia es necesario leerla, estudiarla, aprender de ella y actuar. No se puede voltear la página por comodidad política o por cobardía moral. Por supuesto que queremos mirar el futuro, por supuesto que deseamos vivir sin la pesadilla del pasado sobre nuestras conciencias.

Pero la única manera de hacerlo es reconocer lo que ha ocurrido, no negarlo, afirmar el derecho de las víctimas a la justicia, no ignorarlas. Pensar alternativas realistas para su reparación integral, no olvidar sus necesidades. Sí es esencial mirar hacia el futuro, claro que sería bueno o conveniente que las víctimas, perdonen.

Pero no se puede perdonar sin que haya previamente un pedido de perdón y es justo recordar aquí que sólo las víctimas pueden otorgar el perdón y nadie más. Y sólo podrán hacerlo si sus compatriotas pedimos perdón por haberlas olvidado y si las instituciones del estado asumen su responsabilidad y si los perpetradores individuales, aceptan su horrenda culpa.

Los pueblos que olvidan están condenados a no aprender, los pueblos que no aprenden están condenados a repetir sus errores. La única manera de evitar que esto ocurra de nuevo es escuchar la voz de las víctimas, hacerles justicia y lograr en las nuevas generaciones un compromiso decidido con la dignidad de la vida y con la paz.

Decíamos antes que el horror nos dejaba sin palabras. Que apenas atinábamos a hacernos preguntas sobre la profundidad de la crueldad que estos relatos han traído ante nosotros. Pero es bueno reconocer que también, hay otro aspecto de esta historia, de estas historias, que nos deja también sin palabras.

El amor a la vida, la generosidad sin límites del alma humana, la valentía de quienes aman. Todas las personas que nos han contado su tragedia, han tenido el coraje de venir ante el país entero para reclamar que se les escuche. Todas han tenido la fuerza para defender su identidad, para afirmar la vida y mantener la esperanza a lo largo de todos estos años.

¿Cómo fue posible esto?, ¿qué impulsó a algunos a cumplir con su deber de dirigentes, autoridades a costa incluso de su vida y su libertad?, ¿de dónde sacaron las fuerzas, los deudos para buscar a sus familiares sin la ayuda de nadie?, ¿cómo recrearon sus esperanzas cada día para salir adelante en medio de la adversidad?, ¿cómo fue posible tanto heroísmo, tanta generosidad, tanta grandeza de alma?

Así como la crueldad de algunos es un misterio, que nos deja sin palabras. La generosidad de otros, también nos hace sentir que el lenguaje es poco para expresar lo que sentimos. Pero mientras la crueldad nos hace descubrir lo más oscuro del alma humana, la generosidad nos hace recuperar la fe en la humanidad y la esperanza de reconstruir nuestro país sobre bases más sólidas.

Esto motiva a una reflexión adicional. Los testimonios que hemos recibido nos comprometen no sólo a los comisionados sino a cada uno de los que estamos en esta sala, en esta ciudad y a todos los peruanos. La misión de al Comisión de la Verdad y Reconciliación, no puede cumplirse sin el apoyo de la ciudadanía y de las organizaciones sociales.

Al fin y al cabo la comisión ha surgido como resultado del esfuerzo de todo el pueblo peruano que querían una democracia digna de tal nombre. Y si estamos acá es porque incontables, ciudadanas y ciudadanos lucharon porque se esclarezca la verdad y se abra el camino a la justicia.

El trabajo de la comisión, tiene un claro límite en el tiempo, una vez que entreguemos nuestro informe final, nos disolveremos, pero la verdad descubierta, las recomendaciones de justicia y reparación quedaran como un legado de este organismo y volverán a la sociedad civil, dependerá de la sociedad civil que nuestras tareas se concrete con el éxito y que el informe final sea respetado por todas las instancias pertinentes. La buena voluntad de las instancias de gobierno debe asegurarse con la permanente actividades de los organismos sociales para lograr que los criminales pasen a disposición de la justicia, cualquiera que sea su posición o afiliación institucional.

Para lograr que el estado priorice las demandas sociales de las víctimas de la violencia para que la historia oficial no olvide la verdad que acabamos de revelar.

Al cerrar esta audiencia pública, las preguntas que nos sacuden la conciencia son inevitables, pero es posible también, es necesario que hagamos algunas afirmaciones centrales. Ningún objetivo político justifica la
Violación de Derechos Humanos, no existe ninguna ideología que justifique las ejecuciones sumarias, la tortura, la violencia sexual, la destrucción de las comunidades. El estado no puede ser un instrumento de guerra, la defensa del estado de derecho no puede hacerse por cualquier medio, ningún objetivo militar justifica que se masacre ala población civil. Se ultime a los heridos o a los rendidos, se destruya las escasas posesiones de las comunidades.

Debemos combatir las causas de la violencia, hay que señalar que a la base de todos estos crímenes está la pobreza, el abandono, el racismo, el desprecio al campesinado, la discriminación contra la mujer. La democracia peruana recién recuperada debe lograr respuestas efectivas para superar el olvido de las provincias castigar la discriminación e integrar a todos los peruanos y peruanas en el mismo goce de los derechos fundamentales. Este horror no puede repetirse nunca más. Debe haber una efectiva política de prevención de estos crímenes, para ello es necesario que las instituciones tutelares del estado revisen su doctrina para integrarse más a la sociedad civil.

Que nuestras Fuerzas Armadas separen de su seno a los malos elementos que cometieron estos crímenes. Es también necesario que nuestras escuelas y los medios de comunicación difundan una cultura de paz. Urge que los planes económicos prioricen a las zonas más pobres, es preciso por último que nuestro Poder Judicial, responsa con efectividad a las demandas de las víctimas cuyos Derechos Humanos, fueron violados.

Señores y señoras, estamos seguros de que esta audiencia pública ha servido para que el país entero se solidarice con la experiencia vivida por las víctimas de la violencia en este departamento. Estamos seguros de lo que hemos escuchado debe motivar la más amplia solidaridad de la sociedad apurimeña nacional, con las víctimas. Estamos seguros de que esta audiencia marca un compromiso sólido hacia el futuro y de que la sociedad civil apurimeña asumirá hasta el final el compromiso con la verdad y la justicia.

Con esa seguridad y esa esperanza en nombre de la Comisión de la Verdad y Reconciliación declaro clausurada la Octava Audiencia Pública celebrada en la ciudad de Abancay, los días ventisiete y ventiocho de agosto del dos mil dos, muchas gracias.

Les pediría nos acompañen a la parte de adelante, a la parte de afuera del hotel para develar una placa que registre lo que ha sucedido en estas audiencias.

Fuente: Comisión de la Verdad y reconciliacion. http://www.cverdad.org.pe