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Comisión de la Verdad y Reconciliación:

AUDIENCIA PUBLICA EN LA CIUDAD DE ABANCAY



Día 27 de agosto de 2002

Segunda Sesión
(de 15:00 a 18:30 horas)


Caso No. 11:
Nombre de la víctima: Saturnino Castillo Peralta
Violación alegada: Detención arbitraria y tortura. Año: 1989
Presunto Perpetrador: Efectivos del ejército
Nombre de Testimoniante: Saturnino Castillo Peralta
Institución que respalda: Asociación Pro Derechos Humanos-APRODEH

Resumen del Testimonio:
El señor Saturnino Castillo Peralta quien se desempeñaba como Presidente de la Comunidad Campesina de Antilla, fue detenido por fuerzas combinadas del EP y la PNP, el 06 de marzo de 1989. Fue conducido a la delegación de la Policía de Investigaciones de Abancay y luego a la Base Militar de Abancay, en ambos lugares fue torturado pos los efectivos policiales y militares, producto de las torturas ha quedado con la pierna izquierda lesionada.

Testimonio del señor Cirilo Condoma Pañiura y al señor Saturnino Castillo Peralta

Sofia Macher: Llamamos al señor Cirilo Condoma Pañiura y al señor Saturnino Castillo Peralta. Ellos van a relatar sobre una detención arbitraria y tortura en la comunidad campesina de Antilla, en los años ochentisiete y ochentinueve. Nos ponemos de pie por favor.

Señor Cirilo Condoma Pañiura, señor Saturnino Castillo Peralta, forman ustedes promesa solemne de que su declaración la hace con honestidad y buena fe y que por tanto expresarán sólo la verdad en relación a los hechos que van a relatar.

Sí, juro.

Humberto Lay: Señor Cirilo, señor Saturnino, bienvenidos a esta audiencia y una vez más reiteramos nuestra gratitud por su valentía para venir a dar su testimonio. Por doloroso que seguramente va a ser, sin embargo, es muy importante para que el país conozca, la profundidad, el grado de esta violencia, el sufrimiento de tantos peruanos y de tal manera que tomando conciencia de ello podamos hacer todo lo necesario para que no vuelva a ocurrir.

Cirilo Condoma: Gracias, señor. Señores representantes de la Comisión de la Verdad y públicos en general. Mi nombre es Cirilo Condoma Pañiura, hermano de Lucio Condoma Pañiura, yo soy el víctima del señor Lucio Condoma, mi hermano menor que fue torturado en la comunidad de Antilla, anexo de Chunamarcuni. Mis padres viven en la comunidad de Antilla, anexo Chunamarcuni, mi hermano fue estudiante en Abancay, en el colegio Miguel Grau. En los vacaciones, fuimos a Curawwasi. Yo mi persona, radica en Curawasi y estando junto dos meses, enero y febrero y en el mes de marzo, se va a ver a mis padres, a la comunidad de Antilla. Un día cinco de marzo sale de la casa. En la mañana tomamos juntos nuestros desayunos, conversando con mi hermano menor, en que tenía que irse a postular a la universidad de San Antonio Abad del Cusco y a despedirse a mis padres para que, para que sepan mis padres ¿qué día tenía que dar su examen en el Cusco?

Eso conversando nos despedimos en la casa. Me dice mi hermano voy a ir a visar a nuestros padres, porque tal fecha va a ser el examen de adminisón en Cusco. Entonces, yo ya atendí, anda pues hermano mira a nuestros, padres y dígale que tal fecha es el examen y tienes que volverte rápido. Lo cual si fue. Desde ese momento hasta la fecha no ha vuelto a la casa y no me he visto a encontrarme hasta la fecha. Lo cual sale de la casa y no ha llegado, ni onde mis padres. Mis padres, pensaban que conmigo estaba en Curawasi y yo ya también pensaba que mi hermano estaba con mis padres, en la casa.

El día que ha salido de la casa hacia mis padres, en el camino, le agarraron el ejército y lo torturaron, lo llevaron a lo que es Antilla, una comunidad grande, en allá ya han tenido dos días, torturando, maltratando, castigándole. Dos días han tenido hasta el día seis de marzo. Pero nosotros no sabíamos hasta entonces, ¿qué cosa estaba pasando con mi hermano? Y ya de hay nosotros nos enteramos a los doce días que había muerto ya mi hermano. Y de hay ya los comuneros de ese zona, como nos conoce todo, cuando ya no venía, tenía que llamarle a mis padres, dicirle, encargarle, mandarle cartas, que venga mi hermano, ya es tarde ya pa que se vaya al Cusco. Lo cual mi papá me dice ¿cuándo ha venido tu hermano?

Entonces, recién nos movilizamos ¿qué ha pasado?, recién indagamos y la gente de Antilla, de la comunidad nos dice, que no sabían tu hermano hace tiempo se lo han llevado el ejército,desfrazado, encapuchado se lo han llevado a Abancay. Recién venimos, movilizamos, venimos aquí a la base militar a, aquí a Abancay. Pero en hay no había ningún respuesta sólo nos decía, aquí no hay nada. Ustedes son terrucos, vayanse, ¿qué cosa quieren aquí?, el ejército no ha salido a esa zona.

No había justicia. Otra vez teníamos que regresar a Curawasi para poder denuncias, tampoco no, nos aceptaban. Y así estábamos, ya estaba pasando días y días ya llegabamos ya casi a trece, a catorce días en busca de mi hermano. Nosotros pensabamos que estaba en la base aquí pero lamentablemente no estaba ya en aquí sino en el trayecto de Antilla hacia Cunyap, habían desaparecido.

Entonces, no hemos encontrado justicia, ningunas autoridades políticas, no nos ha apoyado, nada. Entonce, hay nomás, ¿qué hacemos?, habrá que ir a buscar pues en el camino, ¿por dónde habrán matado? Tampoco no podíamos salir porque daba miedo, porque el miedo era a la policía, el miedo era al ejército. Porque el ejército no caminaba así de, con uniforme sino caminaba desfrazados de campesinos, con sombreros, con ponchos. Con ojotas, así caminaba el ejército. Por donde ingresaba el ejército, por Jollurqui. Otro venía por Grau, por Chuquibambilla y aparecían en Puente Cunyac, de Puente Cunyac, se venían hacia aquí, Abancay.

Y entonce ya pasaba días, no podíamos hacer nada porque no había justicia. Ahí nomás aparece por suerte, tengo que agradecerle públicamente al doctor Javier Diez Canseco, que venía desde Lima por Cusco y felizmente nos encontramos en Curawasi. Que venía de la comisión creo, de Derechos Humanos y nos ponemos una queja en hay. Felizmente, nos escuchó el señor. Recién hasta Abancay ha venido el señor, desde aquí nos ha puesto quince policías para hacer una búsqueda o hacer un levantamiento cadáver. Sólo por él hemos encontrado a mi hermano, el cuerpo que estaba ya deshecho, en un período putrefacción ya casi quince días, botado en una roca, más o menos un kilómetro hacia el barranco hemos encontrado y ya no tenía ni la cabeza, no tenía ojos, ni lenguas, porque ya se lo había comido el cóndor, los zorros que hay en el campo, se lo estaban comiendo.

Una parte de la cabeza, para abajo, el cuerpo nomás ya encontramos. Sólo reconocimos en la ropas, en los polos que tenía, nada más. Encontramos amarrados con el pasador del cuello a los pies y casi cinco balas, perforado todo el cuerpo. Entonce de ahí ya traemos y el señor Javier Diez nos había esperado en Puente Cunyac, llegamos . Hasta entonce no había ningún apoyo de las policías, inclusive pedimos movilidad a ver para trasladarnos de Cunyac a Curawasi, es lejitos.

Entonces, no había nada, no nos quiso apoyar en nada. De hay nos obligó a hacer una necropsia. También en Curawasi, no había ni médicos, ni para que hagan necropsia. Teníamos que traer hasta Abancay. Era un costoso para trasladar. Porque traer en ese estado de putrefacción, estaba pues grave. En un costal metido teníamos que traer hasta Abancay. En aquí hemos hecho le han hecho necropsia y se ha enterrado, también aquí. Esto para nosotros es una pena que deja seguidos. Como estábamos, detrás de la justicia buscando a ver si hay justicia, nunca no ha habido justicia, más al contrario a nosotros nos perseguía, que estos son terrucos, esto porque tenía que buscar tantas cosas.

Todo nosotros, la familia hasta nuestros nombres teníamos que hacernos cambiar y tenemos cierto terror hasta ahora. Yo sabía hace poco que existía este Comisión de la Verdad en Abancay pero también nosotros hemos tenido cierto miedo, no contar porque así todo lo que hemos visto en esta zona, que es Antilla, nos ha prohibido. Hasta ahora tenemos cierto miedo, pero felizmente con la Comisión de la Verdad, hay libertad para expresión. Ojalás, que si llega a investigar a profundo esto, no sólo en mi caso sino yo creo que de todos que están aquí, han pasado eso mismo. Entonce, queremos justicia, que sea verdadero, que se llega pues a ese señores que a muchos inocentes han hecho. Por ejemplo mi hermano era inocente, un simple estudiante que ha ido a visitar onde mis padres y que hay no vuelve desde esa fecha hasta hoy día, ni siquiera no me he visto. Le he encontrado así, un estado de putrefacción. Eso es pena para nuestras familias.

Y mis padres, también son ancianos y todo eso la carga nos hecha a nosotros. Yo soy el único hijo que soy varón, el resto son mujeres con familias y mi madre nomás ya existe. Ahora vive en Curawasi, ya no está en Antilla y esa mi responsabilidad. Señores Comisión de la Verdad, yo quisiera pedirle que haiga justicia para todo estos señores. En nuestro país, si bien cierto todos han, han hecho abuso, a los inocentes mayor parte y haciendo daño también a la juventud, como es mi hermano que tenía dieciseis años. De repente hubiera forjado más y por los estudios que han hecho ha sido para nada, se ha quedado trancados. Eso sería todo.

Saturnino Castillo: Señores de la Comisión de la Verdad, señores públicos presentes, muy buenas tardes. Yo soy un diregente que actualmente también de la comunidad campesina de Antilla, que cuenta más de seiscientos comuneros y siete anexos. Aquella fecha mil novecientos ochenticuatro, un venticuatro de junio, queriendo celebrar el día del indio. Estabamos en un anexo de la comunidad Antilla y nosotros habíamos organizado un campeonato de fútbol, carrera de maratón, pelea de gallos y carrera da caballos. Cuando estabamos en plena fiesta, hay estaba un policía de GR, que es hijo de la comunidad, cada nido de vacaciones y él estaba organizando esa fiesta y de esa fiesta yo bajé al pueblo, estuve en el pueblo de Guanima.

O sea, la fiesta se ha realizado en el sector de Guanima de hay es tres horas de caminata a pie a la base, a la comunidad Antilla. Cuando estuve en Antilla, aparecieron por Puente Cunyac, por todo el río, dos helicópteros a la comunidad Antilla. Inocentemente, yo estuve en mi casa. Entonces llegaron y nosotros pensabamos que eran vesitas con algún motivo que nos esta visitando, diciendo. Porque nunca nos había ocurrido esas cosas. Entonce en hay, me buscaron ¿quién es el dirigente de la comunidad?, ¿quién es el juez?, ¿quién es el teniente?, diciendo. Y me agarran, antes de agarrare, han disparado fall al aire, después a mi delante.

Entonce a toda la gente que estaba junto conmigo, a todos nos ha detenido. Entonce ese rato que lo han agarrado, me han sacado mi pantalón, el cinturón, lo han roto los botones de mi pantalón, de mis compañeros. A colatazos nos ha agarrado con la arma. Después, nos detienen y una casa de un vecino de Antilla, después de detenerme hay, con otros comuneros inocentes, se han ido a Guanima, de la inteligencia de GR en seis caballos, llevando a otros personas de guía, otros seis a pie. Y a esas horas, una de la mañana, hacen aparecer a los que dirigían la fiesta en ese sector de Guanima.

Bajan a Antilla, a ellos los cierran en otro cuarto, a nosotros en otro cuarto. Después al día siguiente a las cuatro de la mañana, antes de que amanezca, nos han traído hacia el Puente Cunyac. Más debajo de la comunidad Antilla, hay un puente. Hay un río. En ese puente nos ha castigado. Después de castigarnos ese rato de capturarme, me han pateado en el pie, totalmente se ha malogrado mi pe, se ha hinchado, no podía caminar. Entonce mi esposa trajo un caballo, para venir en ese caballo hasta Cunyac.

Pero ese caballo los invistigadores me han quitado. Ni siquiera mi hi montado en ese caballo. Y sin hacernos tomar desayuno, sin hacernos comer, desde el momento que nos ha capturado, nos ha traído al Puente Cunyac. En el Puente Cunyac, ellos han tomado gaseosa, han almorzado. Ya, había un paisano que tenía una tienda en Cunyac, ella nos ha invitado gaseosa a todos presos. Pero eso también se atajaban, no querían que nos recibamos. De hay nos pasó acá, directo a la PIP. En la PIP nos ha separado de lo que estabamos juntos, a unos lo han llevado a otro, a otros a otro sitio. Con otras personas que no conocíamos nos ha juntado. Hemos estado esparcidos, no nos hemos encontrado. Entonce en hay yo he estado detenido diecisiete días. Incomunicado, mis parientes venían, no le dejaban entrar durante los diecisiete días, cuento casi cincuenta, entre investigadores y guardias, casi cincuenta personas, unos venían a castigarme. Me preguntan, uno viene me pregunta, el otro viene me pregunta.

¿En cuántos enfrentamientos has participado?, ¿en qué celda has estado?, ¿quién es tu jefe?, habla cojudo. Si vas hablar, si te avisas todo, ahorita te vas a ir y si no hablas te vamos matar, diciendo. Yo no sabía y conciencia tampoco no escuchaba esas cosas, nunca porque nosotros aquella fecha hemos estado en un comunidad muy aislada donde no le ha dado a ninguna comunicación, tampoco la carretera no teníamos. Entonce yo dije, ¿qué cosa voy hablar?, ¿cómo voy a calumniar a la gente de la nada?, si es posible pueden matarme, en vez de sofrir quiero morir, diciendo.

Entonces, compañeros en los diecisiete días, como era dirigente de la comunidad Antilla, la comunidad ha realizado una asamblea general extraordinaria y de cada sector, nombraron dos delegados para que vengan a reclamar a la PIP de acá. A los detenidos. Llegan a Abancay, llegando Abancay, mi esposa comprando comida me manda adentro y esa comida no me daban a mí sino le daban a otro. Estoy escuchando la voz, la voz de mis familias, de mis paisanos, pero no nos deja ver. Me sacan afuera, a su delante de esos paisanos, vendándome, metiéndome a una bolsa mi cabeza y no nos conocía. Así que estabamos en su lado, nuestros parientes.

Por entonces, de hay me reclamó el señor Javier Diez Canseco, recién me han dao papeleta de libertad, me han dado de diecisiete días. De hay ha habido en la comunidad un terror y nadie quería vivir ya en la comunidad, todos se han ido al Cusco, Abancay a Lima y el pueblo se ha visto, selencio, nadie quería desempeñar ningún cargo de autoridad. De hay me fui por seguridad al Cusco, por cuatro años. De cuatro años, regreso en las vacaciones trayendo a mis hijos a mi tierra. De hay estando dos semanas en Antillas, estuve regresando a hacer matricular un cinco, seis de marzo, del ochentinueve, me agarran un par de guardias en Cunyac.

Nuevamente, hay me detienen. Cinco días me han detenido en Cunyac. Me han marrocado atrás, a un palo y abrazado con un palo yo dormía en las noches también en un suelo pelado. Y no me hacían comer ni tomar. Al día me daban una taza de mate, sin agua, agua hervida o que diga sin azúcar. Después de cinco días otra vuelta, me mandan ya no a la PIP sino a la comandancia de acá. En la comandancia me han vendado la cabeza otra vuelta y me ha hecho abrazar a la pared, en la comandancia me ha dicho -oye cojudo habla, ¿cuántos venados verdes has matado?, ¿cuántos venados verdes has comido?- diciendo y no he hablado nunca. Nunca no he matado, no conozco venado verde, diciendo.

Y no ha hecho, me ha demostrado su uniforme ¿Este venado no has matado? Sí has matado, cojudo, diciendo, me ha dicho. Entonces, yo ni siquiera sé manejar la arma, no conocemos arma nosotros en el campo, diciendo. De hay me ha pateado atrás, así me ha puesto a la pared, frente de la pared me ha hecho estirar la mano y me ha pateado en, este en la pierna, en la columna, después agarrándome del cerebro, de mi pelo, me ha hecho, con la frente me ha chancado en la pared. Después me ha llevado al cuartel. En el cuartel estuve dieciocho días.

Entonce, por entonce aquella fecha era el doctor Fabio Pozo Zárate, que trabajaba en Derechos Humanos y un primo que tenía, estaba estudiando acá en la Normal. Entonce, mi primo había traído al doctor Fabio Pozo Zárate al cuartel y ese rato no estaba el comando, en el cuartel el soldado que estaba de servicio en la puerta de calle, al doctor Pozo le ha dicho -doctor el comandante no está, póngase una piedra y siéntese hasta que venga el comando- diciendo.

Entonce el doctor Fabio estaba parado en la puerta, yo estoy viendo del tercer piso, de la ventana. Y como no ha venido el comandante, pero el comandante estaba adentro y por gusto el soldado decía que no estaba. Entonce casi media hora esperó el doctor Fanio, se regresó. Después al día siguiente con otro abogado ha venido, con doctor Rosell Pinto. Tampoco, a él le han hecho entrar. Entonce a los cuartos donde estaban detenidos otras personas la ha llevado, esto no es, esto no es, diciendo. Y al cuarto donde estuve yo, no ha traído. Por la puerta ha hecho pasar a otro cuarto.

Entonce en hay, tampoco no nos daba comida. Hay haba verde traían para, para pelar pa los soldados para que preparen la comida. Y al no soportar hambre, la cáscara de haba verde, todos los detenidos hay adentro hemos comido. Después, no me han soltado y diario, según que va yendo el tiempo cuando no comes, ya casi no hay fuerza y otros detenidos, que mis compañeros que estaban hay adentro no podían ni levantarse de lo que estaban dormiendo. A consecuencia de hambre, sed, rápido se acaba la fuerza de una persona.

Entonces, esas cosas ha sucedido y durante dos años, la comunidad no ha tenido ningún, ninguna autoridad. Todos se han ido a otro sitios y en el pueblo nadie había. Uno está en su casa, cuando el perro ladra, tiene que salir aunque sea, así que esté dormiendo o comiendo, tiene que salir y escaparse al campo de la casa. Venía el ejército, nos castigaba, venían los terrucos, también nos jodía. Venían los guardias otro. Ya al no soportar esos castigos, la comunidad totalmente se ha desorganizado y a consecuencia de eso, la juventud se han ido a las ciudades. Ahora en el momento, casi no hay, habrán unos quince por ciento de joventud en mi comunidad o diez por ciento.

Entonce ahora, después que hemos llegado a saber de que existe la Comisión de la Verdad, recién los que se han ido, unos cuántos están regresando a la comunidad, queriendo este, hacer reempadronarse en el padrón general de la comunidad. Les pedería a la Comisión Verdad que están presentes actualmente aquí que tomen cartas en el asunto para que ya no sufrir, que pase esas suscitaciones en lo posterior, para vivir tranquilo como un peruano. Gracias.

Humberto Lay: Señor Cirilo, señor Saturnino, muchísimas gracias por este testimonio, sabemos que el hecho de recordar solamente ya es doloroso y escuchar testimonios como los suyos, añaden más a esta incógnita de ¿por qué sucedió todo esto? Por eso la Comisión de la Verdad esta empeñada en establecer esas causas. Pero sabemos que aún estableciendo las causas, eso no va a sanar las heridas. Pero sí el hecho de escucharles, creo yo y la nación toda, escuchándoles a ustedes puede comenzar ya esa reparación moral que ustedes reclaman con justa razón. Haremos todo lo posible para que la justicia pueda llegar. Muchísimas gracias.


Fuente: Comisión de la Verdad y reconciliacion. http://www.cverdad.org.pe