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"¡Qué cobarde, cómo se había burlado de nosotros! Mi esposo ya había muerto".

Doris Caqui Calixto presenció la detención de su esposo, el dirigente Teófilo Rímac Capcha, por efectivos militares, el 23 de junio de 1986 en Cerro de Pasco. Aunque años después, se vio presionada a abandonar esa ciudad, su lucha por encontrar la verdad sobre la muerte de su esposo no se ha doblegado.

Sra. Caqui, ¿cómo ocurrió la desaparición de su esposo?

El 23 de junio de 1986, casi 40 militares uniformados, con pasamontañas y portando metralletas ingresaron a mi domicilio, en San Juan Pampa, Cerro de Pasco. Cercaron toda la manzana con tanquetas. Eran las doce de la noche y toda mi familia estaba descansando. A mi esposo lo sacaron del dormitorio y se lo llevaron a la sala. Nueve militares me tenían en el piso del dormitorio, boca abajo, mientras mis tres hijos permanecían quietos. Yo no sabía si gritar o también mantenerme quieta. Incluso pensé que mis hijos habían perdido el habla, porque no pronunciaban ninguna palabra. Yo me encontraba embarazada de dos meses y medio. Yo preguntaba a los militares qué sucedía y decían que me callara, que todos éramos "terrucos" y si gritaba iban a descuartizarnos. Escuchaba que en la sala, golpeaban a mi esposo. Él decía que tenía garantías otorgadas por el Ministerio del Interior, incluso se los enseñó, pero los militares rompieron los documentos .

¿Cuánto tiempo duró el allanamiento a su domicilio?

Se quedaron hasta las 2.30 de mañana. Pusieron la casa de cabeza, revolotearon todo, rebuscaron todo. Cortaron los colchones en hilos. Según ellos, presumían que algo escondíamos pero no encontraron nada.
Luego se llevaron a mi esposo con dirección a la Base Militar de Carmen Chico. Pero se quedaron conmigo los nueve militares que me tenían en el piso. Yo preguntaba a dónde se llevan a mi esposo, pero por cada palabra que yo pronunciaba, me amenazaban y con las botas me oprimían hacia el piso. Casi cinco minutos después de llevárselo a mi esposo, se retiraron los militares que me tenían en el piso.

¿Cómo empezó la búsqueda de su esposo?

No dormí más esa noche. Esperé que amaneciera para buscar a mi esposo. Yo misma me decía que él era conocido y que no lo podían desaparecer. A las seis de la mañana, empecé a buscar apoyo porque Cerro de Pasco estaba en estado de emergencia y no podía acudir a ninguna autoridad. El Fiscal le tenía miedo a los militares. La Prefectura no valía nada allá. Los militares tenían el mando y todo dependía del responsable político militar del Comando Político militar de Cerro de Pasco.
Primero busqué a los dirigentes del SUTEP para que me apoyen en velar por la integridad física de mi esposo. Encontré poca solidaridad, quizá porque estaban muy asustados y muchos habían sido detenidos, incluso un maestro había desaparecido en Paucartambo, Cerro de Pasco. Pero muchos maestros de las bases se adhirieron a mi búsqueda. Continué buscando apoyo de otros gremios sindicales, de los representantes de Lima, diputados, senadores.

¿Usted fue a la base militar Carmen Chico, donde supuestamente estaba detenido su esposo?

De Cerro de Pasco a la base militar Carmen Chico hay una distancia de 8 km. Cuando habíamos avanzado casi 2 km, los militares nos dijeron que no había pase. Yo iba con muchos compañeros y junto al diputado por Pasco, David De la Sota, que era de izquierda. Pero David no tuvo coraje de romper el cerco, porque tuvo miedo. Los militares nos apuntaban y nos decían : "Un paso más y disparamos". En mi desesperación, quise cruzar el cerco, pero no pude... entonces, regresamos.
Varios compañeros y yo comprometimos al diputado para solicitar garantías por la integridad física de mi esposo. Denunciamos el hecho en el Comité de Derechos Humanos de Pasco (Codeh Pasco).
Solicitamos el apoyo del senador Genaro Ledesma, quien era el líder del Partido Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular, del cual mi esposo era el Secretario General de Cerro de Pasco. Ledesma podía congregar bastante gente y exigir por la liberación de mi esposo.
Estaba desesperada y los liberados decían que de todos los detenidos, mi esposo era el más torturado, que lo querían matar porque alguien había dicho que mi esposo era senderista. Quizá alguna persona cobarde por salvarse había culpado a mi esposo. Él discrepaba abierta y tajantemente con la forma de lucha que estaba llevando a cabo los terroristas.
Teófilo era dirigente de izquierda y maestro y no tenía ninguna acción, compromiso, ni actuación irregular. Él era muy conocido en Cerro de Pasco.

¿Usted conversó con el responsable de la base militar?

Casi 3 meses después de la desaparición de mi esposo, Genaro Ledesma y yo hablamos con el comandante Robles Leo, que pertenecía a la base militar Carmen Chico y quien fue el responsable político militar de Pasco en estado de emergencia. Robles Leo dirigió la detención de mi esposo, por eso yo lo responsabilizo de la muerte de mi esposo. Aceptó que lo habían detenido, pero dijo que mi esposo se había fugado del cuartel de Carmen Chico.
Le dije que cómo se iba a fugar mi esposo, si los militares estaban armados hasta los dientes, todo estaba cercado. Yo le dije que seguro mi esposo había muerto, que ellos sabían dónde estaba, dónde había sido enterrado su cuerpo. Eso se lo dije delante de Genaro Ledesma y él le dijo lo mismo.
Entonces, Robles me miró a los ojos, como burlándose y me dijo. "Señora, espere en su casa, más bien cuide a sus hijos. Su esposo va a llegar caminando a su casa con sus pies. Él no va a necesitar que lo recoja usted". Luego miró a mi hijo de cinco años y le dijo: "Espera a tu papi en tu casa". ¡Qué cobarde, cómo se había burlado de nosotros! Mi esposo ya había muerto.

¿Cómo sabía que su esposo ya había muerto?

Juan Santiago, quien fue secretario general de los mineros de Centromín, me llamó a su casa. De todos los dirigentes detenidos, él fue el único que sospechosamente salió libre. Cuando nos encontramos, me dijo llorando: "Señora Doris, tengo que darle el encargo que su esposo me dio para usted". Allí me narró que le introdujeron el palo de escoba por el ano, que le envolvieron en un costal y lo patearon como si fuera cualquier cosa. Él compartió la celda con mi esposo, vio cómo torturaron a mi esposo y cómo murió mi esposo en la mañana del 27 de junio de 1986. Mi esposo le dijo a Santiago :"Dile a mi esposa, que nunca se arrodille ante nadie, que conduzca a mis hijos y que busque justicia para mí, porque no es justo que me maten porque yo estoy agonizando". Y comenzó a fallecer.
Juan Santiago no tuvo la fortaleza de dar su testimonio como me lo dio a mí. No tuvo la valentía de brindar ese testimonio tan valioso y quizá hoy ya tendría el cuerpo de mi esposo. Es un cobarde que hasta ahora no quiere dar su testimonio.
Hace dos meses me lo encontré y le dije: "Compañero, ahora las cosas están calmadas, yo quiero que usted rinda su testimonio, porque usted ha visto cómo han torturado a mi esposo". Él me dijo: "no, eso pasó hace tiempo y ya no me acuerdo de nada". Yo le dije : "Eres un cobarde".

¿Teófilo Rímac Capcha había recibido amenazas antes de su desaparición?

Desde un año antes que desapareciera, mi esposo recibía amenazas directas, pero se hicieron más frecuentes seis meses después. Por eso, casi tres meses antes de su desaparición, él viajó a Lima para solicitar al Ministerio del Interior garantías por su vida. Cuando las amenazas se volvieron más continuas, yo le decía a mi esposo : "¡Vámonos, vámonos de Cerro de Pasco! ¿Por qué no pedimos el traslado de nuestro trabajo a otro lugar?" Entonces, él me decía :"¿Por qué nos vamos a ir, por qué vamos a tener miedo, si yo no tengo nada? De repente los militares querrán detenerme pero si me detienen, me darán unas cuantas golpizas, y yo ya estoy acostumbrado a eso. Además, soy un hombre público y me van a soltar". Pero también me decía: "Tengo temor, antes cuando era joven y era detenido, no sentía los golpes, pero ahora tengo temor. Pero sólo es cuestión de tener más cuidado porque casi todo el país está así. Y de nada nos serviría ir a un lugar donde nadie nos conoce". Para ese entonces, habían muchas desapariciones en Ayacucho, Huancavelica. Era noticia diaria.

¿Cuándo formuló la denuncia de la desaparición de su esposo?

Desde que falleció mi esposo, Aprodeh tomó mi caso y se formuló la denuncia. De una u otra forma me ha apoyado, en orientación, en prestar mi testimonio. En realidad, Aprodeh ha difundido bastante mi caso. Mi lucha continúa hasta ahora. Pero, no se ha entablado una denuncia a quien yo considero responsable de la muerte de mi esposo. Empecé a dialogar con algunas autoridades cuando Diego García Sayán fue Ministro de Justicia, debido a la enfermedad de mi menor hija.

A raíz de la desaparición de su esposo, ¿cómo cambia la vida de su familia?

Grandemente, grandemente. Primero, después de la desaparición de mi esposo, yo fui detenida tres veces, dos de ellas en 1987 y la última fue casi dos años después. Como yo seguía denunciando la desaparición de mi esposo, los militares me tenían mucha rabia, creo que se habían ensañado con mi familia. Hasta cuando caminaba por la calle con mis hijos pequeños, me lanzaban amenazas: "Maldita comunista, como sigas abriendo la boca... si a tu esposo lo volamos en mil pedazos, a ti te vamos a colgar de cada una de tus extremidades en cada esquina de las calles de Pasco". No tenían ningún reparo, no sentían ni un poco de humanidad. Las amenazas continuaron hasta el 91, año en que salí de Cerro de Pasco después de un
allanamiento de mi domicilio.

¿En qué circunstancias allanan su domicilio?

A las 11.30 de la noche del 17 de abril de 1991 ingresaron varios militares a mi casa y sólo encontraron a mis hijos porque yo tenía un compromiso en el colegio María Parado de Bellido, donde yo trabajaba. A todos mis hijos les apuntaron con metralletas. Los militares son unos cobardes, unos desalmados. Otra vez pusieron toda mi casa de cabeza.
Mis vecinos se habían percatado de lo que pasaba y dos madres de familia fueron al colegio y me dijeron que no vaya a mi casa porque los militares habían entrado a mi casa. Yo preguntaba por mis hijos, y me decían que no les pasaría nada porque son criaturas y no se los iban a llevar. Mas bien me decían que me tenía que esconder. Esa noche dormí en la casa de una de las madres y nunca más volví a mi casa. Todo Cerro de Pasco continuaba bajo el control de los militares. Viniendo a Lima, había un control bastante estricto en Carhuamayo, por ello, tuve que salir prácticamente disfrazada. Unos amigos del Seguro Social, me enyesaron la cabeza y la pierna y me subieron a una ambulancia y así salí de Cerro de Pasco.Yo salí sola. Mis hijos salieron después con el Comité de Derechos Humanos y diez días después llegaron a Lima.

¿Cómo fue cuando llegaron a Lima?

Después de la muerte de mi esposo pasamos tantas cosas. Cuando llegamos aquí no teníamos a dónde ir. Algunos amigos tenían temor de comprometerse con nosotros, recibirnos o alojarnos en su casa. Los parientes ni qué decir. Todo el mundo tenía temor. Decían que no podían recibirme porque me buscaban para matarme. Sufrimos duramente.

¿En Lima continuó recibiendo amenazas?

Sí, porque descubrieron que yo estaba aquí, viviendo por Las Flores. Entonces, empezaron a seguirme tres sujetos. Por entonces, yo hice una denuncia en el Ministerio Público, con la asesoría de Aprodeh, por el allanamiento de mi domicilio en Pasco.

¿Actualmente cómo es su situación?

No tengo una estabilidad de domicilio, que es lo más importante. Ya no hay amenazas, ahora nuestra lucha es económica por las dificultades que atravesamos. Cuando mi hija se enfermó, en mi desesperación para poder atenderla en el hospital, saqué préstamos de diversas instituciones. He empeñado todo mi sueldo hasta agosto del 2002.El Ministerio de Justicia del gobierno de Valentín Paniagua se comprometió a costear el tratamiento de mi hija, pero no lo asumen. Incluso llegó una carta a Aprodeh, indicando que ellos están asumiendo el tratamiento en el Hospital Noguchi, pero no recibimos ninguna clase de medicamento. Ahora estoy costeando esos medicamentos, pero son caros para mi sueldo de maestra y yo estoy desgastada económicamente.

¿Cuál fue su reacción cuando se nombró la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)?

Es una oportunidad para mucha gente que no ha denunciado la pérdida de muchos de sus familiares por temor. Compartí este criterio con mucha gente de Cerro de Pasco en la última reunión que tuve allí con los miembros de la Comisión de la Verdad. Allí pudimos reunirnos con casi 30 familiares, se han presentado nuevos casos de diferentes comunidades de Cerro de Pasco, que nosotros desconocíamos. Yo he tratado de sembrar una esperanza en cada una de las personas que han acudido. Aunque por dentro, tenía ganas de decirle a la Comisión de la Verdad que inicie su labor. Porque allá se constituyó solamente para exponer las cuestiones generales que nosotros ya conocemos. Además, no permitió el ingreso de la prensa, quizá sea una estrategia de trabajo, pero la prensa debió conocer los 30, 35 nuevos casos que se dieron a conocer. Porque la prensa tiene que cumplir un papel principal en los nuevos casos.

¿Qué espera de la Comisión de la Verdad y Reconciliación con respecto de su caso?

Espero que la Comisión de la Verdad pueda descubrir la tumba, la fosa donde se encuentra mi esposo. Eso sería una labor eficiente que podría cumplir. Pero, yo tengo pocas esperanzas al ver el ritmo de trabajo. Fui a la Fiscalía y me dijeron que iban a aperturar el trabajo, que de nuevo se va a hacer la investigación. Yo les dije que de nuevo, no, porque ellos nunca investigaron, que los fiscales fueron cobardes y no pudieron recibir mi denuncia. No hicieron nada por mi esposo, por eso mataron a mi esposo.
Queremos encontrar el cuerpo de mi esposo, de una u otra forma. Queremos saber dónde enterraron a mi esposo. Quiero que mis hijos vayan a llorar a la tumba de su papá, que no lo lloren en la casa. Porque el 1 de noviembre, todos acuden a visitar a sus muertos y mis hijos no tienen un lugar donde visitar a su padre.

Fuente: Asociación Pro Derechos Humanos