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E L   C A P I T A L

Carlos Marx



SECCION CUARTA: LA PRODUCCION DEL PLUSVALOR RELATIVO



CAPITULO X

CONCEPTO DEL PLUSVALOR RELATIVO



Hasta aquí, a la parte de la jornada laboral que no produce más que un equivalente del valor de la fuerza de trabajo pagado por el capital, la hemos considerado como una magnitud constante, y lo es en efecto bajo determinadas condiciones de producción, en determinado estadio del desarrollo económico de la sociedad. El obrero podía trabajar 2, 3, 4, 6 horas, etc., por encima de este tiempo de trabajo necesario. De la magnitud de esta prolongación dependían la tasa del plusvalor y la magnitud de la jornada laboral. De esta suerte, si el tiempo de trabajo necesario era constante, la jornada laboral total era, a la inversa, variable. Supongamos ahora una jornada laboral cuya magnitud y cuya división en trabajo necesario y plustrabajo estén dadas. Digamos, por ejemplo, que la línea a c, esto es, a b c representa una jornada laboral de 12 horas; el segmento a b 10 horas de trabajo necesario, el segmento b c 2 horas de plustrabajo. Ahora bien, ¿cómo se puede aumentar la producción de plusvalor, esto es, el plustrabajo, sin ninguna prolongación ulterior o independientemente de toda prolongación ulterior de a c?

Aunque los límites de la jornada laboral a c estén dados, b c parece ser prolongable; pero no extendiéndolo más allá de su punto terminal c, que es a la vez el punto terminal de la jornada laboral a c, sino desplazando su punto inicial b en dirección opuesta, hacia a. Supongamos que b'b, en la línea a b' b c, sea igual a la mitad de b c, o sea a 1 hora de trabajo. Si en la jornada laboral de 12 horas a c se hace retroceder hasta b' el punto b, entonces b c se convertirá en b' c, el plustrabajo aumentará en una mitad, de 2 horas a 3, por más que la jornada laboral conste, como siempre, de 12 horas. Esta expansión del plustrabajo de b c a b'c, de 2 a 3 horas, sin embargo, es evidentemente imposible si no se produce al mismo tiempo una contracción del trabajo necesario: de a b a a b', de 10 horas a . A la prolongación del plustrabajo correspondería la reducción del trabajo necesario, o, en otras palabras, una parte del tiempo de trabajo que hasta ahora el obrero en realidad empleaba para sí mismo, se convertiría en tiempo de trabajo para el capitalista. Se habría modificado, en vez de la extensión de la jornada laboral, su distribución en trabajo necesario y plustrabajo.

Por otra parte, la magnitud del plustrabajo evidentemente está dada si lo están la magnitud de la jornada laboral y el valor de la fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo, o sea el tiempo de trabajo requerido para su producción, determina el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de su valor. Si una hora de trabajo se representa en una cantidad de oro de medio chelín, o sea 6 peniques, y el valor diario de la fuerza de trabajo asciende a 5 chelines, el obrero tendrá que trabajar diariamente 10 horas para reponer el valor diario de su fuerza de trabajo, que le ha abonado el capital, o sea para producir un equivalente del valor de los medios de subsistencia que necesita cada día. Con el valor de estos medios de subsistencia está dado el valor de su fuerza de trabajo [1]; con el valor de su fuerza de trabajo, la magnitud de su tiempo de trabajo necesario. Pero la magnítud del plustrabajo se obtiene sustrayendo de la jornada laboral total el tiempo de trabajo necesario. Si de 12 horas restamos 10, quedan 2, y en las condiciones dadas cuesta concebir cómo se puede prolongar el plustrabajo más allá de 2 horas. Sin duda, el capitalista puede pagarle al obrero tan sólo 4 chelines y 6 peniques, en vez de 5 chelines, o aun menos. Para reproducir ese valor de 4 chelines y 6 peniques bastaría con 9 horas de trabajo, y de la jornada laboral de 12 horas corresponderían al plustrabajo 3 horas, en vez de 2, mientras que el plusvalor mismo aumentaría de 1 chelín a 1 chelín y 6 peniques. Este resultado, sin embargo, sólo se alcanzaría merced a la reducción del salario del obrero por debajo del valor de su fuerza de trabajo. Con los 4 chelines y 6 peniques que produce en 9 horas, dispone de 1/10 menos de medios de subsistencia que antes, y de éste modo sólo se opera una reproducción insuficiente de su fuerza de trabajo. Aquí el plustrabajo no se prolongaría sino mediante la violación de sus límites normales, sus dominios no se extenderían sino mediante el despojo confiscatorio en los dominios del tiempo de trabajo necesario. A pesar del importante papel que desempeņa este procedimiento en el movimiento real del salario, impide su consideración aquí el supuesto de que las mercancías, y por tanto también la fuerza de trabajo, se compran y venden a su valor pleno. Una vez supuesto esto, la causa de que el tiempo de trabajo necesario para la producción de la fuerza de trabajo o la reproducción de su valor decrezca, no puede ser que el salario del obrero disminuya por debajo del valor de su fuerza de trabajo, sino tan sólo que este valor mismo disminuya. Si está dada la extensión de la jornada laboral, la prolongación del plustrabajo debe lograrse reduciendo el tiempo de trabajo necesario, y no, a la inversa, abreviar el tiempo de trabajo necesario mediante la prolongción del plustrabajo. En nuestro ejemplo, el valor de la fuerza de trabajo debe reducirse realmente en 1/10 para que el tiempo de trabajo necesario decrezca en 1/10 de 10 a 9 horas, y por tanto se prolongue el plustrabajo de 2 a 3 horas.

Pero esta reducción en 1/10 del valor de la fuerza de trabajo condiciona, por su parte, que la misma masa de medios de subsistencia que antes se producía en 10 horas se produzca ahora en 9. Ello es imposible, sin embargo, si no se opera un aumento en la fuerza productiva del trabajo. Un zapatero, por ejemplo, con determinados medios puede hacer un par de botines en una jornada laboral de 12 horas. Si en el mismo tiempo debe hacer dos pares de botines, la fuerza productiva de su trabajo habrá de duplicarse, y la misma no puede duplicarsc sin una alteración en sus medios de trabajo o en sus métodos de trabajo o en ambos a la vez. Tiene que efectuarse, por ende, una revolución en las condiciones de producción de su trabajo, esto es, en su modo de producción y por tanto en el proceso laboral mismo. Por aumento en la fuerza productiva del trabajo entendemos aquí, en general, una modificación en el proceso de trabajo gracias a la cual se reduzca el tiempo de trabajo socialmente requerido para la producción de una mercancía, o sea que una cantidad menor de trabajo adquiera la capacidad de producir una cantidad mayor de valor de uso [2]. Por consiguiente, mientras que en el caso de la producción de plusvalor bajo la forma considerada hasta aquí habíamos supuesto que el modo de producción estaba dado, ahora, para la producción de plusvalor mediante la transformación de trabajo necesario en plustrabajo, de ningún modo basta que el capital se apodere del proceso de trabajo en su figura históricamente tradicional o establecida y se limite a prolongar su duración. Para aumentar la fuerza productiva del trabajo, abatir el valor de la fuerza de trabajo por medio del aumento de la fuerza productiva del trabajo y abreviar así la parte de la jornada laboral necesaria para la reproducción de dicho valor, el capital tiene que revolucionar las condiciones técnicas y sociales del proceso de trabajo, y por tanto el modo de producción mismo.

Denomino plusvalor absoluto al producido mediante la prolongación de la jornada laboral; por el contrario, al que surge de la reducción del tiempo de trabajo necesario y del consiguiente cambio en la proporción de magnitud que media entre ambas partes componentes de la jornada laboral, lo denomino plusvalor relativo.

Para abatir el valor de la fuerza de trabajo, el acrecentamiento de la fuerza productiva tiene que hacer presa en los ramos industriales cuyos productos determinan el valor de la fuerza de trabajo, y que por tanto pertenecen al ámbito de los medios de subsistencia habituales o pueden sustituirlos. Pero el valor de una mercancía no se determina solamente por la cantidad de trabajo que le confiere su forma definitiva, sino también por la masa de trabajo contenida en sus medios de producción. El valor de unos botines, por ejemplo, no está dado sólo por el trabajo del zapatero, sino también por el valor del cuero, de la pez, del hilo, etc. El incremento de la fuerza productiva y el consiguiente abaratamiento de las mercancías en aquellas industrias que suministran los elementos materiales del capital constante, los medios de trabajo y el material de trabajo par la producción de los medios de subsistencia imprescindibles, abaten asimismo, pues, el valor de la fuerza de trabajo. Por el contrario, en los ramos de la producción que no suministran medios de subsistencia necesarios ni medios de producción para elaborarlos, la fuerza productiva acrecentada no afecta el valor de la fuerza de trabajo.

Naturalmente, la mercancía abaratada sólo hace bajar el valor de la fuerza de trabajo pro tanto, esto es, sólo en la proporción en que entra en la reproducción de la fuerza de trabajo. Las camisas, por ejemplo, son un medio de subsistencia necesario, pero sólo uno de tantos. Su abaratamiento únicamente reduce el gasto que el obrero hace en camisas. La suma total de los medios de subsistencia necesarios consta, sin embargo, de diversas mercancías, cada una producto de una industria particular, y el valor de cada una de esas mercancías constituye siempre una parte alícuota del valor de la fuerza de trabajo. Este valor decrece con el tiempo de trabajo necesario para su reproducción, y la reducción total de este tiempo equivale a la suma de las reducciones en todos esos ramos particulares de la producción. Aquí operamos con ese resultado general como si fuese el resultado directo y el objetivo directo en todo caso singular. Si un capitalista, por ejemplo, abarata las camisas gracias al aumento en la fuerza productiva del trabajo, en modo alguno es necesario que persiga el objetivo de abatir pro tanto el valor de la fuerza de trabajo y por ende el tiempo de trabajo necesario, pero sólo en la medida en que coadyuve en último término a este resultado, contribuirá a que se eleve la tasa general del plusvalor [3] [4]. Es necesario distinguir entre las tendencias generales y necesarias del capital y las formas en que las mismas se manifiestan.

No hemos de considerar ahora el modo y manera en que las leyes inmanentes de la producción capitalista se manifiestan en el movimiento externo de los capitales, cómo se imponen en cuanto leyes coercitivas de la competencia y cómo, por tanto, aparecen en cuanto motivos impulsores en la conciencia del capitalista individual, pero desde ahora es claro lo siguiente: el análisis científico de la competencia sólo es posible cuando se ha comprendido la naturaleza intrínseca del capital, así como el movimiento aparente de los cuerpos celestes sólo es comprensible a quien conoce su movimiento real, pero no perceptible por los sentidos. No obstante, fundándonos en los resultados ya alcanzados, debemos hacer notar lo siguiente para que se comprenda la producción del plusvalor relativo.

Si una hora de trabajo se representa en una cantidad de oro de 6 peniques ó 1/2 chelín, una jornada laboral de 12 horas producirá un valor de 6 chelines. Supongamos que con la fuerza productiva dada del trabajo se terminaran 12 piezas de mercancías en esas 12 horas de trabajo. Digamos que es de 6 peniques el valor de los medios de producción, materia prima, etc., consumidos en cada pieza. En estas circunstancias cada mercancía costaría 1 chelín, a saber: 6 peniques por el valor de los medios de producción, y otros 6 peniques por el valor nuevo agregado en su elaboración. Supongamos ahora que un capitalista logra duplicar la fuerza productiva del trabajo y, por consiguiente, producir 24 piezas de esa clase de mercancías en vez de 12, en la jornada laboral de 12 horas. Si el valor de los medios de producción se mantuviera inalterado, el valor de cada mercancía disminuirá ahora a 9 peniques, a saber: 6 peniques por el valor de los medios de producción y 3 por el último trabajo nuevo agregado. A pesar de la fuerza productiva duplicada, la jornada laboral sólo genera, como siempre, un valor nuev de 6 chelines, pero éste se reparte ahora en el doble de productos. Con lo cual en cada producto singular únicamente recae 1/24 en vez de 1/12 de ese valor total, 3 peniques en vez de 6 peniques, o bien, lo que es lo mismo, al transformarse en producto los medios de producción, sólo se agrega a éstos, por cada pieza, media hora en vez de una hora de trabajo entera, como ocurría antes. El valor individual de esta mercancía se halla ahora por debajo de su valor social, esto es, cuesta menos tiempo de trabajo que la gran masa del mismo artículo producida en las condiciones sociales medias. La pieza cuesta 1 chelín, término medio, o representa 2 horas de trabajo social, al transformarse el modo de producción, cuesta sólo 9 peniques o no contiene más que 1 1/2 horas de trabajo. El valor real de una mercancía, sin embargo, no es su valor individual, sino su valor social, esto es, no se mide por el tiempo de trabajo que insume efectivamente al productor en cada caso individual, sino por el tiempo de trabajo requerido socialmente para su producción. Por tanto, si el capitalista que emplea el nuevo método vende su mercancía a su valor social de 1 chelín, la vende 3 peniques por encima de su valor individual y realiza así un plusvalor extra de 3 peniques. Pero, por otra parte, la jornada laboral de 12 horas se representa ahora en 24 piezas de la mercancía, en vez de las 12 de antes. Por consiguiente, para vender el producto de una jornada laboral necesitará una demanda duplicada, o sea un mercado doblemente grande. Si las otras condiciones se mantienen incambiadas, sus mercancías sólo conquistarán un mercado más amplio si reducen sus precios. Aquel capitalista las venderá por encima de su valor individual, pues, pero por debajo de su valor social, digamos que a 10 peniques la pieza. De esa manera, de cada pieza extraerá todavía un plusvalor extra de 1 penique. Este incremento del plusvalor se operará para él, pertenezca o no su mercancía al ámbito de los medios de subsistencia imprescindibles y, por tanto, forme parte determinante o no en el valor general de la fuerza de trabajo. Prescindiendo por ende de la última circunstancia, para cada capitalista existe el motivo de abaratar la mercancía por medio de una fuerza productiva del trabajo acrecentada.

Con todo, aun en este caso la producción incrementada de plusvalor se origina en la reducción del tiempo de trabajo necesario y en la consiguiente prolongación del plustrabajo [5](bis). Digamos que el tiempo de trabajo necesario asciende a 10 horas o el valor diario de la fuerza de trabajo a 5 chelines, el plustrabajo a 2 horas, el plusvalor producido cada día a 1 chelín. Pero nuestro capitalista produce ahora 24 piezas, que vende a 10 peniques la pieza o, en total a 20 chelines. Como el valor de los medios de producción es igual a 12 chelines, 14 2/5 piezas de la mercancía no harán más que remplazar el capital constante adelantado. La jornada laboral de 12 horas se representa en las otras 9 3/5 piezas. Siendo el precio de la fuerza de trabajo = 5 chelines, en el producto de 6 piezas se representa el tiempo de trabajo necesario y en 3 3/5 piezas el plustrabajo. La relación entre el trabajo necesario y el plustrabajo, que bajo las condiciones sociales medias era de 5:1, es ahora únicamente de 5:3. Al mismo resultado se llega de la siguiente manera. El valor del producto de la jornada laboral de 12 horas es de 20 chelines. De éstos, 12 chelines corresponden al valor de los medios de producción, el cual no hace más que reaparecer. Quedan por tanto 8 chelines como expresión dineraria del valor en que se representa la jornada laboral. Esta expresión dineraria es más elevada que la del trabajo social medio de la misma índole: 12 horas de este trabajo se expresan apenas en 6 chelines. El trabajo cuya fuerza productiva es excepcional opera como trabajo potenciado, esto es, en lapsos iguales genera valores superiores a los que produce el trabajo social medio del mismo tipo. Pero nuestro capitalista sigue pagando, como siempre, sólo 5 chelines por el valor diario de la fuerza de trabajo. Por tanto el obrero ahora necesita únicamente 7 1/2 horas para la reproducción de ese valor, en vez de las 10 anteriores. Como vemos, su plustrabajo se acrecienta en 2 1/2 horas, y el plusvalor por él producido pasa de 1 a 3 chelines. El capitalista que emplea el modo de producción perfeccionado, pues, anexa al plustrabajo una parte mayor de la jornada laboral que los demás capitalistas en la mima industria. Hace individualmente lo que el capital hace en gran escala en la producción del plusvalor relativo. Pero por otra parte, aquel plusvalor extraordinario desaparece no bien se generaliza el nuevo modo de producción y se extingue, con ello, la diferencia entre el valor individual de la mercancía producida a más bajo costo y su valor social. La misma ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo, que para el capitalista que emplea el método nuevo se manifiesta en que tiene que vender su mercancía por debajo de su valor social, impele a sus rivales, actuando como ley coactiva de la competencia, a introducir el nuevo modo de producción [6]. En último término todo el proceso sólo afecta la tasa general del plusvalor, por consiguiente, cuando el incremento de la fuerza productiva del trabajo ha hecho presa en ramos de la producción, vale decir, ha abaratado mercancías, que entran en la esfera de los medios de subsistencia imprescindibles y constituyen, pues, elementos del valor de la fuerza de trabajo.

El valor de las mercancías está en razón inversa a la fuerza productiva del trabajo. Igualmente, lo está, porque se halla determinado por valores de las mercancías, el valor de la fuerza de trabajo. Por el contrario, el plusvalor relativo está en razón directa a la fuerza productiva del trabajo. Aumenta cuando aumenta la fuerza productiva, y baja cuando ésta baja. En el supuesto de que el valor del dinero se mantenga incambiado, una jornada laboral social media de 12 horas produce siempre el mismo producto de valor de 6 chelines, cualquiera que sea la forma en que esta suma de valor se distribuya entre equivalente por el valor de la fuerza de trabajo y plusvalor. Pero si a causa del aumento en la fuerza productiva el valor de los medios de subsistencia diarios y por tanto el valor diario de la fuerza de trabajo cae de 5 chelines a 3, el plusvalor aumentará de 1 chelín a 3 chelines. Para reproducir el valor de la fuerza de trabajo se necesitaban antes 10 horas de trabajo, y ahora únicamente 6. Han quedado disponibles 4 horas de trabajo y se las puede anexar a los dominios del plustrabajo. Por tanto, el impulso inmanente y la tendencia constante del capital son los de aumentar la fuerza productiva del trabajo para abaratar la mercancía y, mediante el abaratamiento de la mercancía, abaratar al obrero mismo [7].

Al capitalista que la produce, le es indiferente en sí y para sí el valor absoluto de la mercancía. Sólo le interesa el plusvalor que se encierra en aquélla y que se puede realizar en la venta. La realización del plusvalor implica de suyo la reposición del valor adelantado. Ahora bien, como el plusvalor relativo aumenta en razón directa al desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, mientras que el valor de las mercancías disminuye en razón inversa a ese mismo desarrollo; como, por tanto, un mismo e idéntico proceso abarata las mercancías y acrecienta el plusvalor contenido en ellas, queda resuelto el enigma consistente en que el capitalista, a quien sólo le interesa la producción del valor de cambio, pugne constantemente por reducir el valor de cambio de las mercancías. Contradicción con la que uno de los fundadores de la economía política, el doctor Quesnay, atormentaba a sus adversarios sin que los mismos pudieran responderle: "Reconocéis", dice Quesnay, "que en la fabricación de productos industriales, cuanto más se economice en los costos o en trabajos dispendiosos, sin detrimento para la producción, tanto más ventajoso será ese ahorro porque reducirá el precio de dichos productos. Y sin embargo creéis que la producción de riqueza que resulta de los trabajos de los industriales consiste en el aumento del valor de cambio de sus productos" [8].

Por ende, la economización de trabajo mediante el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo [9] de ningún modo tiene por objeto, en la economía capitalista, la reducción de la jornada laboral. Se propone, tan sólo, reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción de determinada cantidad de mercancías. El hecho de que el obrero, habiéndose acrecentado la fuerza productiva de su trabajo, produzca por ejemplo en una hora 10 veces más mercancías que antes, o sea necesite para cada pieza de mercancía 10 veces menos tiempo de trabajo que antes, en modo alguno impide que se le haga trabajar 12 horas, como siempre, y que en las 12 horas deba producir 1.200 piezas en vez de las 120 de antes. E incluso existe la posibilidad de que simultáneamente se prolongue su jornada laboral, de tal modo que en 14 horas produzca 1.400 piezas, ctc. Por eso en economistas de la calaņa de un MacCulloch, Ure, Senior y tutti quanti [todos los demás] leemos en una página que el obrero debe agradecer al capital porque éste desarrolla las fuerzas productivas y reduce así el tiempo de trabajo necesario, y en la página siguiente que le debe demostrar su gratitud trabajando en lo sucesivo 15 horas en vez de 10. En el marco de la producción capitalista, el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo tiene por objeto abreviar la parte de la jornada laboral en la cual el obrero tiene que trabajar para sí mismo, y precisamente por eso prolongar la otra parte de la jornada laboral, en la que aquél tiene que trabajar de balde para el capitalista. Hasta qué punto también se puede alcanzar este resultado sin abaratar las mercancías, es cosa que se pondrá de manifiesto al examinar los procedimientos particulares de producción del plusvalor relativo, examen al que pasamos ahora.




NOTAS:

[1] El valor del jornal medio se determina por lo que el obrero necesita "para vivir, trabajar y procrear". (W. Petty, "Political Anatomy"... , p.64.) "El precio del trabajo está constituido siempre por el precio de los medios de subsistencia imprescindibles." El obrero no percibe el salario correspondiente "siempre que... el salario del obrero no alcance para mantener conforme a su bajo rango y a su posición social de obrero una familia tal como la que a menudo a muchos de ellos les toca en suerte". (J. Vanderlint, "Money Answers"... , p. 15.) "El simple obrero, que no posee nada más que sus brazos y su diligencia, no tiene nada mientras no logra vender su trabajo a otros... En todo tipo de trabajo debe ocurrir, y efectivamente ocurre, que el salario del obrero se reduzca a lo que necesita para procurarse la subsistencia." (Turgot, "Réflexions..., (Euvres", ed. por Daire, t. I, p. 10.) "El precio de los medios de subsistencia es igual, de hecho, al costo de producción del trabajo." (Malthus, "Inquiry into... Rent", Londres, 1815, p. 48, nota.)

[2] "Cuando las industrias se perfeccionan, esto no significa otra cosa que el descubrimiento de nuevas vías por las que se puede producir una mercancía con menos gente o (lo que es lo mismo) en menos tiempo que antes." (Galiani, "Della moneta", pp. 158, 159.) "La economía en los gastos de producción no puede ser otra cosa que la economía en la cantidad de trabajo empleado para producir." (Sismondi, "Études"..., t. I, p. 22.)

[3] "Si el fabricante [...], gracias al mejoramiento de su maquinaria [...], duplica sus productos... sólo ganará (al fin de cuentas) en la medida en que ello le permita vestir más barato al obrero... y de este modo recaerá en el obrero una parte menor del ingreso total". (Ramsay, "An Essay"..., pp. 168, 169.)

[4] En TI 316 la cita de Ramsay dice así: "Supongamos... que gracias a mejoras en la maquinaria se duplican... los productos... del manufacturero... Podrá vestir a sus obreros utilizando una parte menor del ingreso total... y de esta suerte aumentará su ganancia. Pero la misma no se verá afectada de otra manera."

[5] "La ganancia de un hombre no depende de que pueda disponer del producto del trabajo efectuado por otros hombres, sino de que pueda disponer del trabajo mismo. Si puede vender sus mercancías a un precio más alto, manteniéndose inalterados los salarios de sus obreros, obviamente se beneficiará con ello... Para poner el trabajo en movimiento bastará una parte menor de lo que él produce, y en consecuencia quedará para él una parte mayor." ([John Cazenove,] "Outlines of Political Economy", Londres, 1832, pp. 49, 50.)

[6] "Si mi vecino, haciendo mucho con poco trabajo, puede vender barato, tengo que darme maņa para vender tan barato como él. De este modo, todo arte, oficio o máquina que trabaja con la labor de menos brazos, y por consiguiente más barato, engendra en otros una especie de necesidad y emulación o de usar el mismo arte, oficio o máquina, o de inventar algo similar para que todos estén en el mismo nivel y nadie pueda vender a precio más bajo que el de su vecino." ("The Advantages of the East-India Trade to England", Londres, 1720, p. 67.)

[7] "Cualquiera que sea la proporción en que se reduzcan los gastos de un obrero, en esa misma proporción se reducirá también su salario, siempre que al mismo tiempo se supriman las limitaciones a la industria." ("Considerations Concerning Taking off the Bounty on Corn Exported"..., Londres, 1753, p. 7.) "El interés de la industria exige que el trigo y todos los medios de subsistencia sean lo más baratos posible, pues cualquier cosa que los encarezca encarece también el trabajo... En todos los países en que la industria está exenta de restricciones, el precio de los medios de subsistencia afecta necesariamente al precio del trabajo. Éste disminuirá siempre que se abaraten los medios de subsistencia." (Ibídem, p. 3.) "Los salarios decrecen en la misma proporción en que se acrecientan las fuerzas productivas. La maquinaria, es verdad, abarata lo medios de subsistencia imprescindibles, pero también abarata al obrero." ("A Prize Essay on the Comparative Merits of Competition and Co-operation", Londres, 1834, p. 27.)

[8] "Ils conviennent que plus on peut, sans préjudice, épargner de frais ou de travaux dispendieux dans la fabrication des ouvrages des artisans, plus cette épargne est profitable par la diminution du prix de ces ouvrages. Cependant ils croient que la production de richesse qui résulte des travaux des artisans consiste dans l'augmentation de la valeur vénale de leurs ouvrages." (Quesnay, "Dialogues sur"..., pp. 188, 189.)

[9] "Esos especuladores, tan ahorrativos del trabajo de los obreros que tendrían que pagar." (J. N. Bidaut, "Du monopole qui s'établit dans les arts industriels et le commerce", París, 1828, p. 13.) "El empresario hará siempre todos los esfuerzos posibles para economizar tiempo y trabajo." (Dugald Stewart, "Works", ed. por sir W. Hamilton, t. VIII, Edimburgo, 1855, "Lectures on Political Economy", p. 318.) "El interés de ellos" (de los capitalistas) "es que las fuerzas productivas de los obreros que emplean sean lo mayor posibles. Su atención se centra, y se centra casi exclusivamente, en promover esa fuerza." (R. Jones, "Textbook of Lectures"..., lección III.)




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